Flautas de hueso, trascendencia ritual
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Flautas de hueso
Cultura Manteño-Huancavilca
(1100 – 1532 d.C )
12×2 cm
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Cada sociedad tiene una forma distinta de pensar la trascendencia. El paso entre la vida, en tal sentido, puede pensarse como un proceso breve o lento, doloroso o paciente. Las sociedades precolombinas del territorio que ahora llamamos Ecuador tenían varias tradiciones funerarias que resultan fascinantes hoy en día: desde el enterramiento de personas con abundantes ajuares funerarios que resultaron en herencia arqueológica de las sociedades del presente hasta entierros secundarios que, de forma muy delicada, separaron ciertos huesos del cuerpo para ubicarlos en decoradas vasijas de barro. Es entonces que los rituales funerarios del pasado nos llevan a pensar en miles de posibilidades de interacción con la muerte. En muchos de estos momentos se ve involucrado el sonido como un elemento de contención y síntesis de las creencias.
Las piezas del mes de Abril son un conjunto de flautas elaboradas con huesos humanos y de camélidos por artesanos de la sociedad costera Manteño-Huancavilca (1100-1532 DC). Para elaborar estos instrumentos, los manteños extrajeron restos óseos de contextos funerarios para luego pulirlos por fuera y aprovechar y ensanchar la cavidad medular central que atraviesa la pieza de norte a sur; estos procesos transforman los huesos en instrumentos.
En primer lugar, las flautas de hueso nos enfrentan a un tabú: la posibilidad de transformar los restos humanos o animales en objetos con funciones específicas. Las flautas de hueso más antiguas datan de hace 60.000 años. Los Neandertales, Homo neanderthalencis, que no contaban todavía con un lenguaje, ya elaboraban flautas de hueso.
El uso de huesos humanos como materias primas, lejos de significar una ausencia de vehemencia por la muerte habla del carácter sagrado tanto de la muerte como del sonido. Tornar en hueso en sonido habla de una trascendencia ritual. Así mismo sucede con los camelidos.S us cuerpos, huesos y cabello se utilizaban de forma más cotidiana, como fuente combustible, de transporte y para el trabajo textiles (para lana y agujas). A nivel ritual y sonoro, el cronista Guamán Poma de Ayala registra que, en ciertos rituales incas, se inducía el agudo llanto de las llamas para llamar a la lluvia.
En contextos actuales, todavía se elaboran pinkullus de camélido en el altiplano boliviano. El vínculo entre los sonidos agudos, tanto del llanto de la llama como de la flauta de hueso, nos habla de una continuidad construida a través del registro sonoro.
La cualidad acústica e instrumental del hueso le adjudica una textura sonora muy limpia. Los huesos generan sonidos agudos los cuales pueden variarse a partir de la disposición de agujeros de digitación a lo largo de las estructuras tubulares. En el caso de la mayoría de nuestras piezas, contamos con agujeros de digitación similares a los de las quenas andinas del presente, estos se encuentran en línea recta y equidistantes. Algunas presentan también agujeros que salen del eje lineal y se ubican en disposición diagonal.
Finalmente, no podemos referir a estas piezas sin hablar de la adecuada y cuidadosa ornamentación de nuestras flautas. Cuentan con motivos espirales, lineales y circulares labrados en la superficie en una evidente armonía entre forma y función.
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